Te atreves a
cruzar el puente?
Dedicado a Mercedes y Thiago, mis nativos digitales
Como muchos
de mi generación, vengo atravesando un puente, como lo describe bien una
persona excepcional como Cosette Castro, entre el mundo analógico al digital.
Este nobel proceso de alfabetización digital al que me vengo sometiendo es indispensable
en estos tiempos, en especial para un padre “viejo” con “wawuas” chicas que han
nacido en el ambiente digital de nuestros tiempos. Mi hija Mercedes de 9 años
me enseño, hace poco, que existen portales donde la comunicación multimedia es
fluida y discurre en un ambiente de convergencia; el portal se llama SHAREit y
es de lo mas simpático por que asumes el rol de un objeto animal, vegetal y
mineral, además de visibilizar el concepto de radar en la búsqueda de los
actores. Yo jamás hubiera pensado en “portales de comunicación” (como me dijo
ella textualmente) que estén al margen del concepto de la radiodifusión abierta
de los años 70. Raudamente, el fenómeno de la convergencia viene participando
de nuestras vidas y las transforma en fuentes de creación de nuevas formas de comunicación.
En estos tiempos de revolución digital,
los desafíos en las formas de producir contenidos son
múltiples, se experimenta con la extrapolación de historias que con el
transcurso de la trama, los defectos, los sueños y los pecados de los protagonistas
son, en realidad, muy similar a los nuestros; la interactividad se profundiza y
los modelos de negocio y los operadores buscan formas innovadoras y creativas
de producir y de llevar entretenimiento de alta calidad a las audiencias a través
de plataformas de TDT, OTT y otras que están disponibles permitiendo el acceso
a bibliotecas seleccionadas de contenidos a través de múltiples dispositivos
conectados. Para muestra un botón, Netflix ha decidido apostar por una propuesta
global de video streaming, aún con más fuerza al contenido original y buscará
el próximo año, superar las 600 horas producidas en 2016 con una inversión
mayor a los USD 6000 millones.
Los que hemos tomado la decisión de
cruzar el puente debemos enfrentarnos con un ecosistema que requiere el
desarrollo de habilidades y destrezas diferentes al chorro morro, al trompo y
al duelo de chutis de bolitas que desarrollamos en las épocas de las dictaduras
que azotaron la mente y cuerpo de muchas generaciones de bolivianos. Ahora 71,5 de cada
100 bolivianos tiene telefonía fija o celular,
23,3 de cada 100 tiene computadora
y 9,4 de cada 100 tiene servicio de Internet. Recuerdo
que por el año 1970 mi padre había comprado un televisor en blanco y negro que
todos los amigos del barrio asistíamos asombrados desde las 3 de la tarde, con
una sesión previa de “carta de ajuste” que llenaba de alegría el espíritu de
esos pocos analfabetos digitales.
Cruzar el puente requiere de valor por que no es fácil
enfrentarse a los nativos digitales y hablar su mismo idioma. Mi pequeño Thiago
es completamente digital y me sacude el alma cuando sus pequeños dedos le sacan
“el jugo” a mi Smartphone y se zambulle en el éter informático. El audiovisual
ha ganado espacio en sus vidas, así como nosotros nos dejamos seducir por
Kaliman y el pequeño Solin y sus aventuras contra los representantes del mal. Los
nativos digitales cuentan con una visión horizontal, transversal y coordinada propia
de las plataformas de comunicación multimedia, que van más allá de los fierros
de las redes de telecomunicaciones, y desarrollan aptitudes y actitudes transparentes
ante las múltiples pantallas que rodean sus vidas y con las cuales interactúan de
par a par. Yo tuve mi primer celular a los 30 años y hasta hace poco me limite
a usar el control remoto solo para cambiar de canal y variar el volumen.
Yo me atreví a cruzar el puente y quienes se niegan a ello, tendrán que
conformarse con usar el facebook o el whatsapp para desatar sus demonios y dar
rienda suelta a sus enfermizas mentes coloniales. Bolivia cambio, pese a quien
pese.